onsdag 24 februari 2010

Carta-obispo


VIVIR DESDE LA FUERZA DE LA RESURRECCIÓN (carta pastoral del tiempo de cuaresma)
Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe, estáis todavía en sus pecados" (1 Cor 15,17) La resurrección de Cristo es el punto central de nuestra fe. Sin esto, no existe el cristianismo, no hay salvación, ni existe la esperanza. Es muy importante para nuestra fe el profundizar en la Resurrección y dejar que esta enriquezca nuestra vida. Cuando uno empieza a ser indiferente en su fe, es debido a que, no se ha dejado impregnar de la fuerza y la alegría de la resurrección. El tiempo de cuaresma que ahora empieza es el arma de preparación, para anhelar la llegada de la pascua, fiesta de la Resurrección de Cristo. Durante la cuaresma nuestro corazón se vacía de todo lo superfluo, para poder llenarse del jubilo y gratitud, porque Cristo ha resucitado y quiere darnos parte en su triunfo sobre el sufrimiento y la muerte, “Dichosos ustedes que ahora tienen hambre… dichosos ustedes que ahora llorar” (Lc 6,21), dice Jesús en el Evangelio del día. Precisamente ahora en el tiempo de cuaresma, tenemos que aprender, a tener hambre y sed del triunfo de la pascua, y al mismo tiempo llorar por nuestro propio pecado y el del mundo. Debemos luchar para el cambio y conversión del corazón.
Nuestra fe en la Resurrección nos da fuerza para llevar las inevitables cargas de la vida y las dificultades, así como para ayudar a otros a llevar sus cargas. El Señor resucitado nos da esperanza y valor para trabajar por un mundo mejor. Nuestra fe en la vida eterna no nos hace indiferentes de la vida aquí en la tierra. Al contrario, debemos cuidar la tierra para que llegue a ser como el Reino eterno de Dios, ahí dónde su amor impregnará todo.
La doctrina social de la Iglesia Católica, que es aún desconocida para muchos creyentes, puede inspirarnos a comprometernos en nuestra sociedad sueca. Hay mucho por hacer para que Suecia llegue a caracterizarse más en la solidaridad y justicia para todos. El materialismo y la avaricia pueden ser amenaza para llegar a ser insensibles con los que sufren. “Pero hay de vosotros, los ricos! Porque habéis recibido vuestro consuelo” /Lc 6,24), nos advierte Jesús. En la parte rica de nuestro mundo existe frecuentemente un velo de tristeza y pesadumbre sobre el rostro de las personas. Esto, en contraste con los países del tercer mundo, donde frecuentemente, hay más solidaridad y compañía para los que sufren. Este es nuestro llamado como cristianos en el hoy de Suecia, ayudar a nuestros prójimos para sacudirnos del yugo de nuestras riquezas, así ellos, que han sufrido, reciben la alegría que se les comparte. Así se vuelve a Jesus, a su camino de bienaventuranza. Las riquezas de la tierra son para repartirlas. El bien común tiene que estar antes que el beneficio y gratificación del individuo….

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