tisdag 20 april 2010

Carta -obispo


Queridos hermanas y hermanos
Hoy en el segundo domingo de pascua, que también llamamos Domingo de la Divina Misericordia , quiero dirigirme a todos ustedes con un saludo pascual, el que Jesús, dirige tres veces a sus discípulos en el evangelio del día: ”la paz esté con ustedes” (Jn 20) La aparición del Señor quiere darnos paz en nuestras adversidades. Justo ahora, cuando la Iglesia atravieza por una dificil prueba y fuerte purificación. Tenemos que confiar, en que el Señor nos ayuda a todos, a ahondar en nuestra fe en Cristo. Nos encontramos con una gran pena, la que nos viene de la información de los diferentes lugares acerca de los sacerdotes, cuya gravedad ha afectado la inocencia de los niños y jovenes y de ese modo a Dios mismo. Esta semana escuchamos que un Obispo de un país vecino es culpable también de esto. Sentimos desesperación y abominación ante ello y sobre todo, infinita compasión con los niños y jovenes que han sido expuestos a tales delitos. El santo padre sufre por todo esto, lo que pude constatar cuando me encontré con él, el 25 de marzo. El acentúa que la Iglesia se tiene que confrontar con intensivas amonestaciones y legitimas críticas por estas trágicas e indebidas acciones. Todos estamos llamados a orar más y a remediar los hechos. Todos tenemos una responsabilidad a la santidad y a la pureza, a la misericordia y a la empatia, esparciendo esto, entre todos los miembros de la Iglesia. Esta es una especial tragedia que podemos confrontar, justo en el año sacerdotal, pero al mismo tiempo, puede ser también una invitación a orar más y a ofrecer esta oración por la santificación de los sacerdotes. Es dificil, justo ahora, para muchos sacerdotes quienes sienten levantarse sospechas contra ellos pesar de su santidad de vida. Muchos laicos pueden también sentirse señalados y decepcionados. Pero cuando vemos que, también en la Iglesia existe el pecado, tenemos que pensar que ello, es una exhortación de Dios a la conversion profunda. Este tiempo de purificación es enormemente importante y puede llevarnos a la renovación espiritual , si todos reconocemos nuestro llamado a ir por el camino de la santidad. De este modo, el rostro de la Iglesia, através de una profunda purificación, puede todavía, ser un claro reflejo del rostro misericordioso de Cristo.
Así se persevera en la esperanza, orando constantemente y sirviendo al Señor y al projimo con dedicado amor.
+Anders Arborelius ocd

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