Queridos hermanos y hermanas
La cuaresma es un tiempo de gracia que nos da la oportunidad de reflexión, quietud y de un nuevo comienzo. “Mirad, yo quiero hacer algo nuevo…yo haré un camino en el desierto y ríos en el páramo” (Jes 43:19-20). Es mucho lo que Dios nos da, tanto como personas individuales así como su pueblo santo. Tenemos que aprender a escuchar su voz, y dejar que nos guie por sus caminos. Mi esperanza es que todos nos demos el tiempo necesario para abrirnos más a Dios en esta cuaresma. A veces, esto nos es más fácil, cuando sucede algo inesperado que hace que nuestros planes se caigan. Yo mismo escribo esta carta pastoral desde una cama de enfermo, aquí estoy después de una caída y ruptura de un tobillo en Vadstena. Precisamente tal situación, puede muchas veces hacer posible que se tenga más tiempo para la oración y la reflexión. Una cosa que he constatado durante este tiempo, es la gran bondad que uno puede encontrar, la que no es mínima en el hospital. A veces es costumbre quejarse de todo descuido y olvidamos que hay una infinita medida de bondad y consideración en las personas que han consagrado su vida a los enfermos y a los ancianos. La insatisfacción, que naturalmente se expresa cuando algo va mal, no debe oscurecer nuestra alegría y gratitud ante toda la bondad que hay en las personas de diferentes clases. Suecia como toda Europa está frente a un desafío, ahora cuando su población está llegando a ser más vieja y necesitada de salud. Esto exige un gran sacrificio de la otra parte de la población. De ahí que, la bondad tiene que fomentarse en todos los sentidos, para que no sean los intereses egoístas los que dominen.
“Nada es más fuerte que la bondad” De igual modo que el agua se puede extinguir en un fuerte y flamante fuego, así también una palabra amiga, que es más fuerte que un ardiente horno, puede acabar con el enojo”.
Dios es en todo, la fuente de la bondad y quien muestra la bondad, lo hace, en último caso, a través de la inspiración del Espíritu Santo. Todo bien, independientemente de quien lo haga apunta de regreso a la infinita bondad de Dios. Esta clásica verdad católica puede recibir un significado profético en una sociedad pluralista como la nuestra. Aquí, donde frecuentemente, se hecha de menos una base común de valores. Aunque en principio todos afirman la bondad humana. En el futuro de Suecia necesitamos una “alianza de bondad”, de otra forma, aumentará la segregación y la condición de forasteros en la humanidad. No podemos, de igual modo, confundir la verdadera bondad con falsaamabilidad de la pereza y la cobardía que ceden el paso por debajo de la verdad. La bondad también exige el valor moral y la valentía para decir cuando algo está mal. Es una vergüenza que se continúe el acoso y la violación de muchas personas.
El Evangelio del día acentúa un aspecto de la bondad que se olvida en nuestro tiempo: El perdón. “Hijo mío, tus pecados son perdonados” (Mac 2,5) dice Jesús al paralítico. Sólo Dios puede perdonar los pecados y El ha transferido este privilegio a la Iglesia, la cual es una Institución de perdón.
Durante el tiempo de cuaresma estamos invitados a recibir el sacramento de la reconciliación y a permitir la transformación de la gracia que este sacramento nos da. De ese modo también estamos en disposición para derramar el perdón y la reconciliación a nuestro alrededor y con quienes nos encontramos. Esto también es un aspecto importante del mensaje de la alegría. Hay mucha tristeza y sufrimiento, tanto en nuestra vida personal como en la totalidad del planeta, y esto debido a la intransigencia y la falta de voluntad para perdonar.
El papa Benedicto XVI acentúa incansablemente la importancia de crear un diálogo profundo entre las personas de diferentes clases. Tanto el ecumenismo como el diálogo interreligioso están cerca del corazón del hombre. Por iniciativa propia, la Santa Sede ha iniciado un proyectos llamado: “el atrio de los gentiles” Así como en el templo de Jerusalén había un lugar consagrado a los que no pertenecían al pueblo escogido, la iglesia también tiene que encontrar un espacio para la conversación y el diálogo con los que no creen en Dios. En esta parte del mundo pueden ser, incluso, la mayoría de la población. De ahí que, la Santa Sede ha elegido también a Estocolmo como un lugar para estos encuentros en el Otoño, así, creyentes y no creyentes podrán encontrarse y dialogar sobre preguntas importantes, más allá de las diferencias que puedan existir. Esto se puede percibir como un anhelo urgente de la “alianza de bondad”
En el Otoño inicia también el año de la fe, lo que el santo padre ha proclamado con motivo de los 50 años del inicio del Concilio Vaticano II. Yo pido a todos los creyentes que ya empiecen a pedir por este Año de la fe, para que toda la Iglesia pueda dirigirse a una renovación y a una profundización de su fe. Es una gran tristeza que muchos dejen la fe y se vayan lejos de la Iglesia. Nunca ha sido tan difícil compartir la fe a las generaciones venideras como lo es hoy en Europa. Como Iglesia en minoría los católicos en Suecia hemos vivido siempre con estas dificultades, por lo que esto no es totalmente nuevo para nosotros. Al mismo tiempo, tenemos que tomar en cuenta, tanto el urgente tema de oración como la invitación a la acción y el compromiso. En nuestra sociedad la gente está más abierta de lo que pensamos de nuestro testimonio creíble de la bondad de Dios y la verdad de Jesucristo. Ciertamente, aun existen restos de prejuicios anticatólicos, pero sin embargo los seres humanos están más dispuestos a abrirse. Por eso es muy importante que todos los bautizados comprendan que ellos tienen parte en la misión de la Iglesia para expandir la verdad de la fe y la bondad de Dios a todos los que se encuentren. También, son muchos nuestros católicos los que necesitan profundizar en sus conocimientos para poder responder a las preguntas que se les presentan. Es importante ofrecer en nuestras comunidades cursos de catequecis para adultos, estudios de Biblia y otras formas de profundización de la fe. El curso para pequeños grupos de líderes que recientemente se organizó muestra que este es un gran interés. Por último, también quiero señalar el significado vital que la santa misa tiene para todos. Allí se nos enseña a escuchar la Palabra de Dios y a profundizar en nuestra fe. Allí somos tocados por la bondad de Dios y el amor que perdona. Allí se confirma nuestra identidad católica que nos saca del individualismo. Allí podemos celebrar que somos hijos amados de Dios, hermanos y hermanas de Jesús y en el Espíritu Santo, mensajeros en el mundo en la desesperada necesidad de la bondad y verdad de Dios. Por lo que estamos invitados y obligados a celebrar la Eucaristía cada domingo, independientemente de la lengua o el rito en que se celebre. Todos somos uno en Cristo.
Que su bondad brille siempre en sus vidas y les de fuerza para expandirla a todos los que se encuentren. Con mi oración y bendición.
Anders Arborelios OCD.